martes, 6 de diciembre de 2016

Los Gulag en las letras

Como dije en la primera entrada sobre los Gulag, a diferencia de los campos de concentración nazis, los de Rusia son bastante desconocidos. Por lo tanto, sus construcciones abandonadas también, tanto que hoy solo puede ingresarse en helicóptero porque los caminos ya no son accesibles.

Ahora bien, en esta entrada quiero recordar tres libros que al apreciado lector pueden servirle para reconocer algo de la historia de los Gulag. El primero, no por aparición histórica sino por el impacto que ha generado, “Archipiélago Gulag”, de Aleksandr Solzhenitsyn, es quizá el texto por excelencia para conocer los horrores que allí se cometieron, narrados por quien fuera uno de los prisioneros del archipiélago y cuyas páginas se convierten, como indica el resumen del libro que hace Casa del Libro, "en un viaje a través del miedo, el dolor, el frío, el hambre y la muerte, con los que el régimen totalitario acalló toda disidencia”.
Imagen: WordPress.com

Si desea oír, apreciado lector, el comienzo del primer capítulo, "El arresto", le dejo un podcast de principiante que he hecho para esta ocasión.


El segundo, pero el primero en aparición (1951), es “Un mundo aparte”, de Gustaw Herling-Grudzinski, también prisionero en los campos de exterminio. Sus letras detallan “las largas jornadas de penosas tareas bajo un clima extremo, las violaciones a las mujeres, las heridas que se infligían presos para estar de baja y tener algo más de comida, el hambre atroz, el dolor por la extenuación y las kafkianas detenciones de un sistema dispuesto a lavar al cerebro al que aceptara que estaba equivocado”, como comenta El País, de España.

Imagen: Libros del Asteroide


Y el tercero, “Una pasión rusa”, de la periodista y escritora madrileña Reyes Monforte, obra con que la que ganó, en 2015, el XIV Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio. Por sus páginas desfilan, noveladamente, las condiciones deplorables de los campos de refugiados soviéticos.

Tres plumas, tres mundos para entender el peso de la barbarie de los estados totalitarios y para olvidar y sepultar los territorios de los Gulag.

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